Programa «Inspección educativa y educación emocional»

“El gran dolor cuando nos acecha, nos invade, nos invalida, y puede llegar a cambiar nuestra visión sobre la vida y las cosas”.

Itxu Díaz. Todo iba bien.

Está muy extendida la idea de que las escuelas y los institutos constituyen entornos especiales que están al margen del dolor y la muerte, envueltos eternamente en un clima de inocencia, de alegría y vitalidad, donde bulle la vida infantil y juvenil. Sin embargo, si abrimos bien los ojos (o los cerramos a los miedos y prejuicios), descubriremos que, en sus pupitres, se sientan de manera cotidiana las pérdidas, con sus múltiples rostros y consecuencias.

En los dos últimos años, hemos vivido de una manera imprevista, abrupta y encadenada, una serie de eventos traumáticos que se han ido encadenando: la pandemia de SARS-CoV-2, un confinamiento, un incendio en el Valle de Aridane, una crisis volcánica en La Palma y, finalmente, en estas últimas semanas, un nuevo escenario lleno de amenazas e incertidumbres con la guerra en Ucrania. Todas las dimensiones de la vida se han visto convulsionadas. También el mundo educativo.

Todo ello está golpeando de manera desigual a las familias, al alumnado y al profesorado. En muchos centros educativos, se ha instalado un clima psicosocial y de convivencia en el que flotan la ansiedad, el miedo y la incertidumbre, y que, en las aulas, se materializa en forma de síntomas muy diversos que inciden los procesos de enseñanza y de aprendizaje: soledad, tristeza, falta de motivación, ansiedad, desesperanza, problemas de concentración, trastornos de alimentación, trastornos de sueño, conductas agresivas, desesperanza, autolesiones, conducta suicida, etc.

Para los centros educativos, estas situaciones se convierten en complejos desafíos, ya que los sitúa ante confusas encrucijadas. Son momentos vulnerables en los que los centros educativos -en función de su actuación- pueden convertirse, bien, en espacios de seguridad y promotores de la resiliencia, o, por el contrario, en escenarios generadores de sufrimiento.

En esta comunicación, compartiremos claves, principios y planteamientos para abordar situaciones de pérdida y adversidad en los centros educativos (muertes de seres queridos; muertes de profesores/as, alumnos y alumnas; situaciones de suicidio, accidentes, enfermedad, catástrofes, atentados, etc.), a través de la experiencia de trabajo del proyecto “Orugas y Mariposas de Colores en los Pupitres de Nuestra Escuela”, del Servicio de Innovación Educativa, de la Dirección General de Ordenación, Innovación y Calidad.